Como un país líder en esfuerzos en adaptación al cambio climático, se presentó un plan que desarrolla medidas para adaptarse y mitigar los impactos asociados al cambio climático dentro de las Áreas Silvestres Protegidas (ASP), enfocado en el Área de Conservación La Amistad- Pacífico (ACLA-P).
Con este esfuerzo, liderado por el Ministerio de Ambiente y Energía por medio del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (MINAE-SINAC), estas áreas silvestres estarán mejor preparadas y con anticipación ante las nuevas condiciones del clima y su repercusión en la biodiversidad.
Al respecto, el ministro de Ambiente y Energía, Franz Tattenbach, explicó que la adaptación al cambio climático para la conservación de la biodiversidad, es un mecanismo muy novedoso de Costa Rica ante el riesgo inminente que enfrentamos y que está afectando al planeta.
El ACLA-P tiene diez Áreas Silvestres Protegidas, de las cuales tres son áreas privadas con categoría de manejo de Refugio Nacional de Vida Silvestre (Longo Mai, Río General y Montaña del Tigre, tres son del Estado (Parque Nacional Chirripó, Parque Internacional de La Amistad y Reserva Biológica del Bicentenario de la Republica Pájaro Campana) y cuatro son mixtas (parte del Estado y parte privadas): Humedal San Vito, Humedal Palustrino Cerro Paraguas, Zona Protectora las Tablas y Reserva Forestal los Santos.
Este Plan es relevante, porque algunos de los efectos que el cambio climático están generando impactos en los ecosistemas y afectan sensiblemente la biodiversidad presente en las Áreas Silvestres Protegidas. Las modificaciones en la fisiología de las especies, alteraciones en la distribución geográfica de plantas y animales, propagación de enfermedades, cambios en la disponibilidad de alimentos y bajas tasas de reproducción, pueden ser algunos de las consecuencias a mediano plazo.
ACLA-P reúne diversos ecosistemas como sabanas naturales de altura, páramos subalpinos, extensos bosques nubosos, robledales y humedales de altura (turberas), tiene una gran riqueza biológica y alto endemismo. Asimismo, cuenta con una enorme riqueza cultural, constituye el ASP terrestre más grande de Costa Rica y la única área silvestre protegida binacional de C.R. (Parque Internacional de La Amistad). En estos territorios se encuentra la cuenca hidrográfica más grande de Costa Rica: el Grande del Térraba y áreas protegidas y comunidades del ACLA-P cuentan con tres denominaciones internacionales otorgadas por la UNESCO.
ACLAP comprende un importante territorio con más de 500 mil hectáreas y una riqueza enorme en vida silvestre que se ubica en los cantones de Pérez Zeledón, Buenos Aires y Coto Brus; desde San Gerardo de Dota hasta la frontera con Panamá, y desde la línea divisoria de aguas en la Cordillera de Talamanca hasta la Fila Costeña.
Según explicó Jorge Mario Rodríguez, viceministro de Ambiente, “El impacto negativo del cambio climático sobre las áreas protegidas y su biodiversidad es un tema crítico a escala nacional. Según el Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (CINPE) de la Universidad Nacional, Parques Nacionales y Reservas Biológicas de Costa Rica, generaron más de $1.800 millones en el 2016. Estos dos tipos de áreas protegidas aportaron, en el 2016, alrededor de un 3,15% del PIB del país, la mayor parte proveniente de actividades relacionadas al turismo, directamente asociado a las condiciones de estas áreas silvestres, por lo que una afectación de estos territorios posiblemente afectaría esta importante actividad económica”.
“Es de suma importancia que las áreas silvestres protegidas adopten medidas de adaptación al cambio climático que les permita ser resilientes y las convierta en refugios climáticos capaces de asegurar la subsistencia de la biodiversidad y de las comunidades locales. Este proyecto es financiado con fondos del Segundo Canje de Deuda entre Estados Unidos y Costa Rica, e implementado por FUNDECOR en el ACLAP”, explicó Mónica Gamboa, Gerente de Conservación de Asociación Costa Rica por Siempre, administrador de este fondo.
Además, el Plan complementa los instrumentos técnicos y de planificación con que cuenta el Área de Conservación, y sus áreas de amortiguamiento de tal forma que, en primer término, se anticipen los impactos esperados del cambio climático y a su vez, facilitar la respuesta de los responsables de la gestión ante dichos impactos potenciales”, subrayó Bernal Herrera, especialista en gestión y conservación de la biodiversidad.
Asimismo, su ejecución y éxito parte del trabajo coordinado entre los equipos de administración de las áreas protegidas y de las subregiones, las comunidades locales y otros actores como las municipalidades y el sector privado, bajo el enfoque de responsabilidades compartidas, con el que el ACLAP basa el logro de sus objetivos.